Ordenadores, tabletas, móviles, televisores… Cada vez se generan más residuos electrónicos y eléctricos (también conocidos como e-waste), sobre todo en los países desarrollados, en los que la tecnología de última generación desplaza todos los días aparatos que funcionan, pero que pronto quedan ‘desfasados’ para quien ‘necesita’ estar a la última. ¿Qué ocurre con estos residuos? En la mayoría de los casos son incinerados en instalaciones de gran potencia y alto coste o se embarcan hacia países en vías de desarrollo. Ninguna de estas opciones contribuye a crear un entorno sostenible.
Los residuos electrónicos son difíciles de tratar y su incorrecto procesamiento puede resultar peligrosamente contaminante. Estamos ante un problema que cobra cada vez más importancia, pero a pesar de ello no existen sistemas de procesamiento formalizados, por lo que estos residuos terminan parando en vertederos comunes creando un foco de contaminación. De hecho, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, ( ‘The global impact of e-waste: Addressing the challenge” – El impacto global de los desechos electrónicos: Abordando el reto), el 80% de los desechos electrónicos en los países desarrollados que se recicla termina siendo enviado (a menudo ilegalmente) a los países en desarrollo como China, India, Ghana y Nigeria para su reciclaje.
Prohibir los movimientos transfronterizos de desechos y aplicar una alta tecnología en el proceso de reciclaje son medidas que ayudan pero no terminan de solucionar el problema. Además de ello, es necesario considerar los contextos locales y regionales y las implicaciones sociales a la hora de buscar soluciones (formalizar los sistemas informales de tratamiento y reciclaje, abordar los riesgos y condiciones laborales para este sector, etc).
Pero existe la posibilidad de darle la vuelta. El problema del tratamiento de basura electrónica puede convertirse en una oportunidad si consiguen crearse empleos verdes, por ejemplo si se desarrolla tecnología encaminada a facilitar las tareas de reciclaje (existen centros de investigación que ya están trabajando en ello); así sería viable que surgieran empresas especializadas en este sector, que tiene un gran potencial. Los materiales que se pueden recuperar son muy valiosos (oro, plata y otros metales valiosos) y solo por eso ya sería rentable reciclar la basura electrónica más común.
Los residuos eléctricos y electrónicos representan alrededor del 5% de la basura que se genera en Europa y gran parte de estos residuos acaba ardiendo en los vertederos comunes y emitiendo gases tóxicos. Recuerda que para evitar dañar el medio ambiente, los aparatos electrónicos deben depositarse en los puntos limpios habilitados para ello. Estos puntos, que puedes localizar a través de Internet, se encargan de que estos residuos no sean tratados como basura normal y que se gestionan de forma adecuada.
Foto de Jamie McIntyre