Un análisis desarrollado por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA, aborda una cuestión de gran trascendencia en el ámbito ambiental: el grado de influencia de las fábricas, edificios e instalaciones que generan gases de efecto invernadero. Asimismo, se pone en práctica un novedoso sistema que informa a los inversores sobre las zonas con mayores emisiones de gases contaminantes.

El impacto de las fábricas y edificios en la emisión de gases de efecto invernadero

La EPA ha publicado en su web oficial un mapa interactivo en el cual se localizan las empresas, fábricas y otras estructuras responsables de los grados más elevados de emisión de gases de efecto invernadero. De esta forma, solamente ingresando al portal del ente norteamericano se pueden confirmar aquellas zonas en las cuales existen vertidos tóxicos, radiación o basurales, por ejemplo.

El mapa elaborado permite concluir que entre los sitios más contaminantes se encuentran hospitales universitarios, fábricas y plantas de generación de energía, por ejemplo. En el caso de los hospitales, los analistas de EPA indicaron que los refrigerantes más antiguos son los responsables de las emisiones, con una elevada incidencia en el calentamiento global. En estos sitios, donde se requiere aire acondicionado en forma permanente, el uso de estos refrigeradores se encuentra muy extendido.

¿Qué propósito tiene este mapa, además de su empleo en términos informativos y como herramienta de gestión? Puede servir como guía para inversores, de acuerdo a otra iniciativa lanzada por la EPA. Es que estos datos de dominio público permitirán a los inversores institucionales desarrollar patrones estadísticos que relacionen cada zona o región con su incidencia en cuanto a emisiones contaminantes.

Inversiones «verdes»

En consecuencia, los modelos matemáticos y las estadísticas que se emplean para decidir sobre los sectores en los cuales invertir incorporarán un punto con influencia en los resultados de la elección: las emisiones de gases de efecto invernadero. Este nuevo indicador ambiental podría propiciar variantes en la gestión de las instituciones, que buscarían mejores resultados en términos ambientales para de esta forma incrementar sus posibilidades de recibir nuevas inversiones.

Por supuesto, ya empezaron los ataques desde los sectores involucrados con los grandes emisores de gases de efecto invernadero, lanzando una campaña de desprestigio de la EPA y del mapa elaborado. Una vez más, la lucha de intereses económicos podrá ganarle al cuidado del medio ambiente, pero quizás algunas instituciones logren comprender que un mayor respeto por la ecología también puede ser sinónimo de buenos negocios.

Foto de Alfredo Miguel Romero

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