Nuestra preocupación por el planeta es tal, que hoy en día si confiesas que no reciclas dejarías a las personas prácticamente con la boca abierta. Nos inquietan los árboles que talan, conocemos qué tipo de material debemos depositar según el color del contenedor y nos molesta el 57% de plantas y 35% de animales que pueden desaparecer para siempre a causa del cambio climático que derrite el hielo del Polo Norte.
Desde pequeños nos advierten sobre el peligro que nuestro estilo de vida egoísta supone para el mundo en el que vivimos, y evitar mayores daños para el medio ambiente es nuestra obligación moral.
Para sensibilizar los corazones de los más pequeños, existe toda una variedad de actividades y juegos con los que los niños aprenden a amar a nuestro planeta, y de la manera más divertida.
1. Un juego de reciclaje
Tanto en las aulas como en casa, reciclar es imprescindible. En vez de limpiar el espacio como si fuese una obligación, debería convertirse en un juego de tal manera que el niño pueda asociar esta sencilla actividad a una sensación de alegría. Que no falten tres cubos de basura ni en casa ni en clase, y que la bolsa de cada cubo sea del color de los contenedores que encontramos en la calle. Un cubo de basura con la bolsa verde significará que tenemos que meter ahí el vidrio, los frascos de conservas y los tarros, mientras que el cubo de basura que tenga una bolsa azul recogerá todo el papel que ya no necesitemos, y el cubo con la bolsa amarilla recibirá nuestros botes, latas, platos de aluminio, briks…
Con canciones, todos juntos podemos colaborar para recoger lo que ya no nos hace falta, sin que deshacernos de estos productos haga daño al planeta.
2. Plantar árboles
Probablemente de pequeño tú también colocaste una semilla bajo la tierra, a la espera de que de ella saliera vida. Es una actividad que se suele realizar en el colegio para concienciar y sensibilizar a los más ‘peques’ sobre los beneficios que nos aporta la naturaleza.
3. Celebrar el Día de la Tierra
El 22 de abril de cada año debería estar dedicado en su totalidad al medio ambiente, a los árboles, a la comida orgánica, a las bombillas ecológicas, al reciclaje, a los animales en peligro de extinción… En clase y en familia se pueden proyectar documentales como ‘Yo siento’, protagonizada por niños que están conectados con los árboles de la misma manera que conectan con su propio espíritu.
En familia o entre los compañeros de clase, pueden crear un póster con todo lo que modificarán de su comportamiento actual, con el fin de proteger al medio ambiente. Esos pequeños detalles como apagar el grifo cuando nos cepillamos los dientes o pulsar el interruptor siempre que salgamos de la habitación.
IMAGEN: Don Pableras