No resulta muy complejo advertir, al circular por cualquier ciudad del planeta, el aumento en la congestión del tráfico urbano en las últimas décadas. De acuerdo al Consejo Mundial de Energía, circulan diariamente en el planeta un número superior a los 800 millones de automóviles. Resulta indudable que ese crecimiento desmedido supone un preocupante incremento de las emisiones de dióxido de carbono hacia la atmósfera.

Automóviles y medio ambiente: la necesidad de disminuir las emisiones contaminantes

Continuando con los datos del Consejo Mundial de Energía, la cifra de vehículos que circulan a diario trepa a los 1.000 millones si se tienen en cuenta los rodados comerciales y de transporte de pasajeros, o sea camiones y autobuses, por ejemplo. Lo más preocupante son las tendencias que se plantean para las próximas décadas.

Sobre 2050, el número de vehículos terrestres llegaría a los 2.200 millones, mientras que al mismo tiempo la población del planeta se ubicará en los 9.000 millones de habitantes. Se cree que los países emergentes concentrarán la mayor cantidad de nuevos automóviles, con el riesgo extra de no disponer de las tecnologías necesarias para fabricar rodados más respetuosos del medio ambiente.

De esta forma, mientras las economías más fuertes a nivel mundial lograrán disminuir las emisiones de CO2 gracias a la llegada de tecnologías avanzadas en la industria automotriz, como nuevas formas de propulsión o motores más eficientes, las naciones emergentes no accederán a estas innovaciones y, en consecuencia, la mayor parte de sus automóviles serán los modelos más contaminantes, incluso aquellos descartados por los países con mayor adelanto tecnológico.

El consumo, el núcleo del sistema

En otro orden, el crecimiento del consumo a nivel mundial, teniendo en cuenta el acceso a mayores posibilidades económicas en las poblaciones de las naciones emergentes, será otra cuestión que marcará el aumento en el número de automóviles a nivel mundial. Aunque la mayor parte de la población se concentrará en las ciudades, las pautas culturales y los estilos de vida seguirán empujando a las familias a emplear cada vez en mayor medida el automóvil para desarrollar sus tareas cotidianas, aunque muchas veces las distancias así no lo exijan.

Muchos especialistas sostienen que las presiones sociales (concientes e inconcientes) son la causa primordial para la compra de un automóvil, por encima de las necesidades reales. Es que en gran parte de los países desarrollados y emergentes la posesión de un automóvil marca el status social, aunque en muchos casos se utilice para tareas que podrían realizarse a pie o en otros vehículos de menor impacto ambiental, como por ejemplo bicicletas.

Foto de Shinichi Higashi

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