Cuando realizamos actividades al aire libre, como senderismo, ciclismo en espacios naturales, deportes de aventura o simplemente caminamos por un bosque, debemos tener en cuenta un punto muy importante: no efectuar acciones que puedan ser negativas para el medio ambiente, porque de lo contrario la naturaleza que hoy disfrutamos sufrirá las consecuencias por nuestra irresponsabilidad.
En el bosque, en la montaña, en una reserva natural, en una playa virgen, en un jardín botánico o en cualquier sitio natural que tengamos la suerte de recorrer y disfrutar deberemos tener en cuenta que se trata de un ecosistema propio, con sus características peculiares y con un equilibrio que no podemos romper o modificar por nuestra cuenta.
También en el turismo
Los impactos negativos pueden perjudicar peligrosamente a todo espacio natural, hasta degradarlo y perderlo definitivamente. Es por eso que en las actividades de turismo rural o ecológico se tiene especial cuidado con el concepto de capacidad de carga, o sea la cantidad de personas que un ambiente determinado es capaz de soportar sin ser afectado negativamente.
De este modo es como turistas, en espacios alejados de nuestra región de residencia, o como ciudadanos y vecinos al disfrutar los lugares naturales que nos brinda nuestra zona de pertenencia, deberemos evitar la producción de desechos o la emisión de sustancias que puedan contaminar el entorno.
Para tener en cuenta
Las reglas o normas habituales que deben seguirse incluyen desplazarse únicamente por las sendas marcadas, no arrojar desperdicios de ningún tipo, no fumar, no interferir en la vida de los animales ni tocar a los vegetales, no emplear iluminación que no sea imprescindible o no gritar ni emitir sonidos estridentes, entre otras.
Vale la pena tener en cuenta que tanto la contaminación sonora como la contaminación lumínica pueden ser muy perjudiciales para el equilibrio ecológico del lugar. Éstas pueden alterar los ritmos biológicos de animales e insectos, provocando confusión en las poblaciones y modificando las características del ecosistema. Mantener el silencio y no querer trasladar la carga acústica de la ciudad a la naturaleza debe ser uno de nuestros propósitos en estos ambientes.
Si molestamos a los animales, cortamos hojas de un árbol o matamos insectos por deporte, el ecosistema se alterará ya que cada especie, por minúscula e insignificante que sea, cumple una función que no puede ser reemplazada. Cuando disfrutemos de la naturaleza, entonces, pensemos también en su conservación.
Foto de Rick Harrison en Flickr