Es sobradamente conocida una actividad como la cetrería, que utiliza aves rapaces para «cazar» o ahuyentar especies y controlar la presencia de poblaciones o de los fenómenos causados por las mismas en determinados emplazamientos. La cetrería es un arte milenario con un porcentaje de eficacia muy alto, utilizado en escenarios tan diferentes que abarcan desde vertederos o aeropuertos, situados a las afueras de los núcleos de población, hasta estadios de fútbol, ubicados en pleno centro neurálgico de una gran ciudad (como el estadio Santiago Bernabéu del Real Madrid).
Por este motivo, en el año 2010 recibió la calificación de Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO, una catalogación que pretende distinguir tradiciones y expresiones vivas heredadas de los antepasados, integradoras, puesto que han sido mantenidas en diferentes lugares y entornos, no exclusivas y caracterizadas por estar en poder de las comunidades, que son quienes las mantienen, transmiten y defienden. El ejemplo de este carácter integrador y no exclusivo quedó patente cuando la candidatura para su declaración fue presentada de forma conjunta por 10 países, entre ellos España.
Su utilidad, efectividad y la alternativa ecológica del método es la razón por la que el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) de la Comunidad de Madrid está utilizándola como medio experimental para la protección de los viñedos, y para el control de especies como los topillos, los estorninos u otras aves que se alimentan de la uva. Tras utilizar con escasos resultados otras técnicas (como los espantapájaros o la reproducción de grabaciones, etc.), la cetrería se está postulando como la mejor solución en una finca de la localidad madrileña de Colmenar de Oreja.
La cetrería es un ejemplo del importante papel que juegan las aves rapaces y supone un argumento adicional para promover la conservación de estas especies y de sus hábitats, ya que son un peldaño esencial en el control natural de otras poblaciones y en el funcionamiento de muchos ecosistemas.
Foto de José Luís López