En una reciente reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), se puso nuevamente a consideración la propuesta para crear el Santuario Ballenero del Atlántico Sur, una alternativa que se persigue desde 2001. Sin embargo, nuevamente se frustró la posibilidad ante la negativa de Japón y sus aliados, quienes defienden intereses comerciales por sobre el beneficio ecológico que supone la protección de las ballenas.
El nuevo revés en torno a esta propuesta se concretó este 2 de julio en la reunión realizada en Panamá, donde en principal varios países de América Latina expresaron su interés con respecto a la creación de un amplio refugio para las ballenas en el Océano Atlántico, que sería clave para la conservación de esta especie y para avanzar en proyectos de turismo sostenible.
Según una gran cantidad de especialistas, como por ejemplo la argentina Roxana Schteinbarg, coordinadora ejecutiva del Instituto de Conservación de ballenas, los santuarios son la herramienta de gestión más eficaz para lograr que las ballenas tengan un hogar seguro en los océanos, protegidas de la caza indiscriminada.
Schteinbarg fue más allá, y destacó a distintos medios de prensa que “las ballenas cumplen la misma función que los bosques en los océanos”. De esta forma, no podría discutirse la necesidad de preservarlas para las generaciones actuales y futuras. Sin embargo, como sucede en muchas otras cuestiones los intereses económicos de algunos sectores terminan imponiéndose sobre este tipo de iniciativas.
Las excusas de Japón
En esta ocasión, la iniciativa promovida por Brasil, Argentina, Uruguay y Sudáfrica para crear el santuario logró 38 votos a favor, 21 en contra y dos abstenciones, pero no pudo concretarse ya que se pide un absurdo 75% de aprobación. Japón y muchos países aliados votaron en contra, resaltando una supuesta incoherencia científica en la propuesta, cuando en realidad se están defendiendo intereses comerciales.
Llama la atención especialmente que muchos países que no cazan ballenas hayan votado en contra del proyecto, aliándose con Japón en una postura que permite seguir convalidando la caza indiscriminada de ballenas en el Atlántico Sur, diezmando a la especie y poniendo en peligro su supervivencia.
Año tras año, Japón caza grandes cantidades de ballenas en aguas antárticas, indicando una supuesta captura con fines científicos, para luego utilizar lo obtenido como carne para el consumo. Asimismo, Japón indica que esta práctica forma parte de su cultura, y que Occidente no comprende esta cuestión.
Foto de morrissey