Después de cuatro años de negociaciones, más de 140 países han firmado la semana pasada en Ginebra un acuerdo para reducir las emisiones mundiales de mercurio. Se trata de un hito importante para reducir la contaminación provocada por este metal líquido a temperatura ambiente presente en productos como baterías, termómetros o lámparas fluorescentes, pero también en muchos de los pescados que comemos.
El mercurio se va acumulando en nuestro organismo y puede llegar a ocasionar daños en los sistemas nervioso, digestivo e inmunitario, pulmones y riñones hasta el punto de ser letal, según la Organización Mundial de la Salud.
El objetivo de la nueva regulación internacional, que se conocerá como Convención de Minamata en recuerdo a la ciudad japonesa que durante la época de los 50 fue escenario de uno de los peores casos de envenenamiento por mercurio, es regular el comercio y suministro de mercurio, el uso del metal en productos y procesos industriales y determinar las mediadas necesarias para reducir las emisiones en procesos artesanales o a pequeña escala. Estas medidas afectarán especialmente a sectores como la minería aurífera o las centrales eléctricas de carbón de países como India o China.
El convenio queda ahora a la espera de ser ratificado -previsiblemente en octubre-, para lo que deberá ser apoyado por 50 de los 140 países firmantes. A finales de año el tratado podría quedar formalizado, lo que obligaría a los distintos gobiernos a elaborar normas nacionales para dar cumplimiento a lo suscrito.
Se calcula que cada año se producen alrededor de 2.000 toneladas de mercurio como consecuencia de la actividad humana.
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