La ballena franca austral ha ocupado desde siempre el primer lugar entre las especies más cazadas. Antes del siglo XII, españoles y franceses las perseguían y mataban. Luego, en el siglo XIX, los cazadores ingleses y norteamericanos comenzaron a buscarlas en las aguas de los océanos del sur, debido a su extinción en los mares del norte.
La ballena franca austral habitó en un momento una amplia franja que va desde los 20° a los 60° de latitud de los océanos Pacífico norte, Atlántico norte, Atlántico sur, Índico sur y parte del Pacífico sur. Hoy, este cetáceo que mide hasta 18 metros de largo sobrevive en algunas regiones de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda, Tristán Da Cunha, Islas Kerguelen, Crozet y otras áreas Subantárticas.
La persecución de esta especie por los cazadores se debe a la facilidad con las que logran atraparlas. De movimientos lentos y con la característica de flotar una vez que muere, la ballena franca austral es una presa muy fácil y de alto rendimiento, ya que se extraen unos 7.200 litros de aceite por cada animal cazado.
La caza indiscriminada de la ballena franca austral la puso en peligro de extinción. Su población ha descendido desde el siglo XIX hasta un 90%. Se estima que en la actualidad existen unos 8.000 ejemplares en todo el mundo.
Las aguas del hemisferio y polo sur son las favoritas de esta especie, que viaja a aguas de calidad durante el invierno para su reproducción. Esta especie sólo tiene cría cada tres años en promedio, lo que también perjudica su protección.
El 20% de la población mundial de la ballena austral se ha registrado en Argentina, convirtiéndose en la plaza más numerosa que existe en el mundo. Debido a este registro, el Gobierno Argentino designó en 1984 con el grado de «Monumento nacional» a todas las ballenas francas que se encuentran en aguas de jurisdicciones nacionales.
La ballena franca se puede encontrar a lo largo de todo el océano Atlántico sur, aunque sus lugares de alimentación se ubican cerca de la Antártida y los de reproducción en Península de Valdés.
Este maravilloso lugar de aguas más calidas y tranquilas es el elegido por esta especie para su reproducción, que se produce entre los meses de abril y octubre. Durante todo este período, se sucederán la cópula, el parto y el cuidado del ballenato.
La supervivencia de la ballena madre es producto de una importante reserva adiposa, que es su principal alimento, ya que el plancton (Krill) marino, no se encuentra en estas aguas. Sólo consumirán durante este tiempo algunas larvas de langosta del fondo marino, para luego volver a la Antártida, en donde consumirán una tonelada de krill por día.
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